Según a Orden ECD/65/2015, de 21 de enero, por la que se describen
las relaciones entre las competencias, los contenidos y los criterios de
evaluación de la educación primaria, la educación secundaria obligatoria y el
bachillerato é necesario mudar as metodoloxías xa que estas deben favorecer o desenvolvemento das competencias (7) e apunta:
Las orientaciones de la Unión Europea
insisten en la necesidad de la adquisición de las competencias clave por parte
de la ciudadanía como condición indispensable para lograr que los individuos
alcancen un pleno desarrollo personal, social y profesional que se ajuste a las
demandas de un mundo globalizado y haga posible el desarrollo económico,
vinculado al conocimiento. Así se establece, desde el Consejo Europeo de Lisboa
en el año 2000 hasta las Conclusiones del Consejo de 2009 sobre el Marco
Estratégico para la cooperación europea en el ámbito de la educación y la
formación («ET 2020»).
En la misma dirección, el programa de trabajo
del Consejo Europeo «Educación y Formación 2010» definió, desde el año 2001,
algunos objetivos generales, tales como el desarrollo de las capacidades para
la sociedad del conocimiento y otros más específicos encaminados a promover el
aprendizaje de idiomas y el espíritu de empresa y a potenciar la dimensión
europea en la educación en general.
Por otra parte, más allá del ámbito europeo,
la UNESCO (1996) estableció los principios precursores de la aplicación de la
enseñanza basada en competencias al identificar los pilares básicos de una
educación permanente para el Siglo XXI, consistentes en «aprender a conocer»,
«aprender a hacer», «aprender a ser» y «aprender a convivir».
De igual forma, la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), desde la puesta en marcha del
programa PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes),
plantea que el éxito en la vida de un estudiante depende de la adquisición de
un rango amplio de competencias. Por ello se llevan a cabo varios proyectos
dirigidos al desarrollo de un marco conceptual que defina e identifique las
«competencias necesarias para llevar una vida personal y socialmente valiosa en
un Estado democrático moderno» (Definición y Selección de Competencias, DeSeCo,
1999, 2003).
DeSeCo (2003) define competencia como «la
capacidad de responder a demandas complejas y llevar a cabo tareas diversas de
forma adecuada». La competencia «supone una combinación de habilidades
prácticas, conocimientos, motivación, valores éticos, actitudes, emociones, y
otros componentes sociales y de comportamiento que se movilizan conjuntamente
para lograr una acción eficaz». Se contemplan, pues, como conocimiento en la
práctica, es decir, un conocimiento adquirido a través de la participación
activa en prácticas sociales y, como tales, se pueden desarrollar tanto en el
contexto educativo formal, a través del currículo, como en los contextos
educativos no formales e informales.
Las competencias, por tanto, se conceptualizan como un «saber hacer» que se
aplica a una diversidad de contextos académicos, sociales y profesionales. Para
que la transferencia a distintos contextos sea posible resulta indispensable
una comprensión del conocimiento presente en las competencias y la vinculación
de este con las habilidades prácticas o destrezas que las integran.
Así pues, el conocimiento competencial
integra un conocimiento de base conceptual: conceptos, principios, teorías,
datos y hechos (conocimiento declarativo-saber decir); un conocimiento relativo
a las destrezas, referidas tanto a la acción física observable como a la acción
mental (conocimiento procedimental-saber hacer); y un tercer componente que
tiene una gran influencia social y cultural, y que implica un conjunto de
actitudes y valores (saber ser).
Por otra
parte, el aprendizaje por competencias favorece los propios procesos de
aprendizaje y la motivación por aprender, debido a la fuerte interrelación
entre sus componentes: el conocimiento de base conceptual («conocimiento») no
se aprende al margen de su uso, del «saber hacer»; tampoco se adquiere un
conocimiento procedimental («destrezas») en ausencia de un conocimiento de base
conceptual que permite dar sentido a la acción que se lleva a cabo.
Un
enfoque metodológico basado en las competencias clave y en los resultados de
aprendizaje conlleva importantes cambios en la concepción del proceso de
enseñanza-aprendizaje, cambios en la organización y en la cultura escolar;
requiere la estrecha colaboración entre los docentes en el desarrollo
curricular y en la transmisión de información sobre el aprendizaje de los
alumnos y alumnas, así como cambios en las prácticas de trabajo y en los
métodos de enseñanza.
As
aprendizaxes competenciais poñen en relacion criterios, competencias e contidos.
As CCCC
son:
a) Comunicación lingüística.
b) Competencia matemática y competencias
básicas en ciencia y tecnología.
c) Competencia digital.
d) Aprender a aprender.
e) Competencias sociales y cívicas.
f) Sentido de iniciativa y espíritu
emprendedor.
g)
Conciencia y expresiones culturales.
Que Metodoloxía?
Todo proceso de enseñanza-aprendizaje debe
partir de una planificación rigurosa de lo que se pretende conseguir, teniendo
claro cuáles son los objetivos o metas, qué recursos son necesarios, qué
métodos didácticos son los más adecuados y cómo se evalúa el aprendizaje y se
retroalimenta el proceso.
Los métodos didácticos han de elegirse en
función de lo que se sabe que es óptimo para alcanzar las metas propuestas y en
función de los condicionantes en los que tiene lugar la enseñanza.
La naturaleza de la materia, las
condiciones socioculturales, la disponibilidad de recursos y las
características de los alumnos y alumnas condicionan el proceso de
enseñanza-aprendizaje, por lo que será necesario que el método seguido por el
profesor se ajuste a estos condicionantes con el fin de propiciar un
aprendizaje competencial en el alumnado.
Los métodos deben partir de la perspectiva
del docente como orientador, promotor y facilitador del desarrollo competencial
en el alumnado; además, deben enfocarse a la realización de tareas o
situaciones-problema, planteadas con un objetivo concreto, que el alumnado debe
resolver haciendo un uso adecuado de los distintos tipos de conocimientos,
destrezas, actitudes y valores; asimismo, deben tener en cuenta la atención a
la diversidad y el respeto por los distintos ritmos y estilos de aprendizaje
mediante prácticas de trabajo individual y cooperativo.
En el actual proceso de inclusión de las
competencias como elemento esencial del currículo, es preciso señalar que
cualquiera de las metodologías seleccionadas por los docentes para favorecer el
desarrollo competencial de los alumnos y alumnas debe ajustarse al nivel
competencial inicial de estos. Además, es necesario secuenciar la enseñanza de
tal modo que se parta de aprendizajes más simples para avanzar gradualmente
hacia otros más complejos.
Uno de los elementos clave en la enseñanza
por competencias es despertar y mantener la motivación hacia el aprendizaje en
el alumnado, lo que implica un nuevo planteamiento del papel del alumno, activo
y autónomo, consciente de ser el responsable de su aprendizaje.
Los
métodos docentes deberán favorecer la motivación por aprender en los alumnos y
alumnas y, a tal fin, los profesores han de ser capaces de generar en ellos la
curiosidad y la necesidad por adquirir los conocimientos, las destrezas y las
actitudes y valores presentes en las competencias. Asimismo, con el propósito
de mantener la motivación por aprender es necesario que los profesores procuren
todo tipo de ayudas para que los estudiantes comprendan lo que aprenden, sepan
para qué lo aprenden y sean capaces de usar lo aprendido en distintos contextos
dentro y fuera del aula.
Para potenciar la motivación por el
aprendizaje de competencias se requieren, además, metodologías activas y
contextualizadas. Aquellas que faciliten la participación e implicación del
alumnado y la adquisición y uso de conocimientos en situaciones reales, serán
las que generen aprendizajes más transferibles y duraderos.
Las metodologías activas han de apoyarse
en estructuras de aprendizaje cooperativo, de forma que, a través de la
resolución conjunta de las tareas, los miembros del grupo conozcan las
estrategias utilizadas por sus compañeros y puedan aplicarlas a situaciones
similares.
Para un proceso de enseñanza-aprendizaje
competencial las estrategias interactivas son las más adecuadas, al permitir
compartir y construir el conocimiento y dinamizar la sesión de clase mediante
el intercambio verbal y colectivo de ideas. Las metodologías que contextualizan
el aprendizaje y permiten el aprendizaje por proyectos, los centros de interés,
el estudio de casos o el aprendizaje basado en problemas favorecen la
participación activa, la experimentación y un aprendizaje funcional que va a
facilitar el desarrollo de las competencias, así como la motivación de los
alumnos y alumnas al contribuir decisivamente a la transferibilidad de los
aprendizajes.
El trabajo por proyectos, especialmente
relevante para el aprendizaje por competencias, se basa en la propuesta de un
plan de acción con el que se busca conseguir un determinado resultado práctico.
Esta metodología pretende ayudar al alumnado a organizar su pensamiento
favoreciendo en ellos la reflexión, la crítica, la elaboración de hipótesis y
la tarea investigadora a través de un proceso en el que cada uno asume la
responsabilidad de su aprendizaje, aplicando sus conocimientos y habilidades a
proyectos reales. Se favorece, por tanto, un aprendizaje orientado a la acción
en el que se integran varias áreas o materias: los estudiantes ponen en juego
un conjunto amplio de conocimientos, habilidades o destrezas y actitudes
personales, es decir, los elementos que integran las distintas competencias.
Asimismo, resulta recomendable el uso del
portfolio, que aporta información extensa sobre el aprendizaje del alumnado,
refuerza la evaluación continua y permite compartir resultados de aprendizaje.
El portfolio es una herramienta motivadora para el alumnado que potencia su
autonomía y desarrolla su pensamiento crítico y reflexivo.
La selección y uso de materiales y
recursos didácticos constituye un aspecto esencial de la metodología. El
profesorado debe implicarse en la elaboración y diseño de diferentes tipos de
materiales, adaptados a los distintos niveles y a los diferentes estilos y
ritmos de aprendizaje de los alumnos y alumnas, con el objeto de atender a la
diversidad en el aula y personalizar los procesos de construcción de los
aprendizajes. Se debe potenciar el uso de una variedad de materiales y
recursos, considerando especialmente la integración de las Tecnologías de la
Información y la Comunicación en el proceso de enseñanza-aprendizaje que
permiten el acceso a recursos virtuales.
Finalmente,
es necesaria una adecuada coordinación entre los docentes sobre las estrategias
metodológicas y didácticas que se utilicen. Los equipos educativos deben
plantearse una reflexión común y compartida sobre la eficacia de las diferentes
propuestas metodológicas con criterios comunes y consensuados. Esta
coordinación y la existencia de estrategias conexionadas permiten abordar con
rigor el tratamiento integrado de las competencias y progresar hacia una
construcción colaborativa del conocimiento.